
A veces, he jugado con el fuego.
Las llamas, de un rojo anaranjado,
se reían divertidas
al paso de mi mano.
Mi palma, inquieta y temblorosa,
se llenaba de miedo
y desaparecía corriendo .
Un laberinto mágico de colores incendiados,
era el viento que formaba
una y mil filigranas.
A veces, he intentado jugar con el fuego,
como el viento con las llamas.
Los dos se han burlado de mi existencia humana.
Luz del Olmo
¿Por qué nos fascina el fuego?
ResponderEliminarTal vez porque también somos fuego...
¿Juegan con fuego mis veinticinco niños?