jueves, 19 de septiembre de 2013

LA SILLA






Después de un tiempo sin horas, la silla se preguntó:

- ¿Éste será mi sitio?

Pasado un rato largo, una mariposa blanca  revoloteó muy cerca. 

La silla por más que quiso, nada pudo entender y por eso, siguió esperando hasta bien entrada la noche.

Cuando decidió marcharse de allí, fue incapaz de hacerlo, pues a pesar de tener cuatro  patas, nadie le había enseñado a andar.


(c) Texto y foto: Luz del Olmo

3 comentarios:

Gelu dijo...

Buenas tardes, Luz:

Un bonito detalle de alguien, llevar esa silla hasta el campo.
Cumple con su trabajo. No necesita andar; volverán a llevarla en brazos.

Saludos

Abejita de la Vega dijo...

Esa silla sabe de números.

Besos

Ele Bergón dijo...

Gelu, efectivamente la silla fue llevada y traída en brazos, pero podría haber aprendido a andar.

Abejita, precisamente esa silla ese día no tuvo que aguantar los números. Los números fueron con una mesa y cuatro asientos que por fortuna no tiré y que me habían regalado los de Carabaña.

Gracias a las dos por los comentarios.

Besos

Luz