Aquella noche Julio,
decidió irse a la cama y no ver el programa que echaban en la
televisión y que se llamaban 1, 2, 3 de enorme éxito por aquella
época de los años 80 de nuestro siglo ya pasado, algo que a su
mamá le pareció muy bien, aunque le extrañó un poco.
Mamá abrió la puerta
de la habitación y dijo:
-Julio, ¿te has
acostado ya?
- Ahora voy, pero antes, mira hacia el suelo en la oscuridad, ¿no te parece eso un hombrecito desarmado?
Mamá miró y no vio
nada más que un montón de ropa junto a unas zapatillas que se había quitado su hijo.
Después de observarlo
con detenimiento, mamá empezó a reírse y comentó:
- Pues es verdad. Me parece que estoy viendo un hombrecito desarmado.
Julio entonces pidió
que le contase un cuento sobre este personaje que se hallaba en la
habitación.
Como David había
preferido ver el tonto programa que echaban por la tele, mamá
comenzó a contar sin esperar a su otro hijo mayor.
..Había sido un día
muy bonito, cansado e ilusionado para los niños de aquel gran patio.
Después de una corta disputa entre ellos, habían decidido que
jugarían un partido de fútbol. Lo prepararon todo y estuvieron
entrenando hasta casi entrada la noche.
Llegaron a sus
casas sucios y llenos de hambre. Cenaron, se acostaron y durmieron
profundamente...
Mientras mamá seguía
con el cuento, Julio fue cerrando los ojos a la vez que el
montón de ropa con zapatillas, comenzó a moverse:
Primero lo hizo una
manga del jersey, después otra; a continuación le tocó a los
pantalones y en último lugar comenzaron a moverse las zapatillas,
dirigiéndose ya en forma casi de persona, hasta la puerta.
Después de mucho
esfuerzo, el hombrecito desarmado, que se había caído, se volvió
a levantar y con las dos mangas, consiguió salir de la habitación.
Se encaminó por el pasillo, pero como no conocía bien la casa, se
iba dando contra la pared que creía era una puerta abierta. Tuvo
mucha suerte y tan solo tropezó con la zapatilla del piel izquierdo,
en un jarrón sin flores . Sintió dolor y gritó:
.grgraass- ( aquella
palabra solo la entendieron los duendes y personajes de la noche) que
significaba ¡qué daño me he hecho! Y siguió andando.
En su deambular, llegó
hasta la cocina. Mamá había dejado en la encimera, algo de comida
que había sobrado de la cena. Quiso probar un poco de bizcocho
relleno de chocolate, pero las mangas se lo impidieron y el plato se
cayó al suelo.
Julio se despertó y
comenzó a gritar:
-Mamá, papá, algo ha
pasado en la cocina.
Los papás que dormían
en ese instante el primer sueño, nada oyeron. El niño entonces,
se dio media vuelta y siguió soñando con un balón.
El hombrecito desarmado
por su parte, intentó volver a la habitación. No era fácil y eso a
pesar de ser la casa pequeña. Sin darse cuenta, las zapatillas le
llevaron a una terraza, llena de cachivaches para la limpieza de la
casa, donde metió uno de los pies en la fregona sin agua y tiró
dos cepillos de barrer. Intuyó, porque no veía, que debajo de él
se encontraba el patio donde los niños habían estado entrenando
para el gran partido de fútbol. Entonces le entraron ganas de
saltar porque pensó que el balón, se podía hallar en un rincón
escondido.
Decidió que el
propietario de la ropa y de la habitación donde dormía ese niño,
se pondría contento si él se lo llevaba.
El niño seguía
soñando y su sueño no era tranquilo. Veía cómo un balón al cual
él tenia mucho cariño, aparecía y desaparecía y él nunca lo
podía atrapar. Eso le producía mucha inquietud y se agitaba
diciendo:
-Ven conmigo, ven
conmigo.
A la mañana siguiente,
David le dijo a su madre:
-Mamá, ayer cuando me
acosté, le coloqué a Julio su ropa y se la puse en la silla. Y el
balón que utilizamos para jugar al fútbol en el patio, lo he
dejado en la estantería.
-Gracias David. Así me
gusta que no dejéis todo tirado por el suelo.
(c) Texto y foto: Luz del Olmo Veros
2 comentarios:
Pues no, no me acuerdo del cuento... pero de la foto sí :)
Un montón de ropa se puede convertir en un hombrecillos desarmado, claro que sí. Y cobrar vida en el sueño de un niño con imaginación. Y si el niño tiene una madre imaginativa, ni te cuento.
Yo tampoco me perdía el 123, por nada, como David.
Besos, Luz, Julio y David.
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