AMAPOLA, sangre de la tierra
Juan Ramón Jiménez
Después del lluvioso invierno
brotabas, nacías, crecías.
A los pueblos de Toledo
los viernes yo iba y volvía
jugaba con los niños
a llevar poesía.
AMAPOLA, sangre de la tierra;
tú nos mirabas, cantabas, sonreías.
En el trayecto
tu campo rojo
con algo de amarillo y rosa
me acompañaba
en este viaje circular
que es la poesía
sangre de mi vida.
(c) Foto y texto: Luz del Olmo Veros
* Este poema está dedicado a Mª del Carmen Ugarte García y a Mª Ángeles Merino Moya, mis dos amigas burgalesas en respuesta a sus correos electrónicos. Besos para las dos.
2 comentarios:
Los niños son amapolas juguetonas e inquietas. Me gustan sin pupitre.
Gracias, Luz, por tu dedicatoria.
No faltara el que diga: «¿Mi flor preferida? La amapola.»
Y siempre habrá algún necio que añada: «Sí, pero en un campo de trigo», porque ni tan siquiera sabrán llamarlo trigal.
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