El camino hasta la Fuente de los pájaros, se había vestido de blanco, marrón y rojo. No obstante, a pesar de su dificultad, decidí pasearlo.
Llegué hasta donde mana el agua, pero esta vez, no pude atravesar el pequeño arroyo.
Volví sobre mis pasos y entonces miré a lo lejos el camino de todos los días:
Disfrutar de la alameda. Llegar a la viña. Subir un poco la loma. Pasar por la senda recta que se oculta entre los árboles. Vadear el pequeño barranco, para seguir hacia adelante, recto o a través, depende del sembrado, pero siempre hacia arriba, arriba, hasta llegar a lo alto, donde se encuentra el otro camino, para así poder divisar, todo mi paisaje.
(c) Luz del Olmo Veros
Del texto y las fotos.
1 comentario:
...el corazón rojo de esos campos envuelto en gasas blancas.
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