Para el niño calmoso o torbellino,
para el finolis, para el nada fino,
para el que cree en el estudio intenso,
para el que siempre teme algún suspenso,
para los monicacos ya grandones
que aún sueñan con muñecas o balones,
y para el que a la noche, con empeño,
cuenta ovejitas mientras llega el sueño,
y para el que de vuelta del dentista,
quiere un libro, mejor que una revista,
y para el que derrumbado en un sillón,
no quiso saber nada de Platón,
para el que, presa de aburrimiento,
busca algún acertijo o algún cuento,
por esos supersónicos señores
super-pelmas, super-computadores,
y para el que acosado por la prisa,
jamás nos deja ver una sonrisa.
Para el que lea el libro, digo yo,
para él, precisamente, se escribió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario