Cuando Alicia abre la puerta, la reciben espejos de lunas blancas
Manos de personas invisibles, luchan por conseguir una manzana tan
pequeña que parece un alfiler.
Todo está multiplicado por mil, hasta los cuentos de la abuela
que está sentada en la hamaca del rincón .
La niña mueve los ojos y le responden otros muchos que la miran desde arriba, desde abajo y en el lado de la lámpara.
Todo es gris y por la ventana de la noche ha entrado un murciélago con un cigarro en la boca.
Tiene tanto miedo que no puede huir. Nadie la escucha y al coger un libro, toda la estantería desaparece en los cristales.
Se ha quedado sin zapatos y la escoba de la bruja, le peina el pelo. Quiere llorar, pero el perro de porcelana que hay encima del radiador le escupe en la cara.
Se han muerto todas las plantas de la habitación azul. Dos muñecas improvisan un ballet en el hielo de la chimenea. Los bolígrafos no escriben, se ha congelado la tinta. Una rana de cristal patina en la mesa.
Alicia huele a frío y lo toca con las manos .
Busca la puerta de salida, y, está tan aterrorizada que no encuentra la hora. Los relojes hace tiempo que se pararon en las cien.Sube a la terraza por ver si encuentra un trocito sin reflejos. Una nube le sonríe. Da un salto y vuela por el hueco del tejado.
Aquel de día me fui con el sol de invierno. Muy nerviosa, metí la mano en el bolsillo, conseguí encontrar el botón e hice la casa tan pequeñita que estuve tres días sin poder mirar la fila
de árboles pequeños que hay cerca de la casa sin tejado.
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