viernes, 20 de julio de 2007

UNA CASA CON JARDÍN

Luz

No recuerdo la hora, pero estoy segura que siempre sucede por la tarde. Un monte de tierra blanca puede servir de asiento. A veces crece la hierba, otras no.

El rito consiste en: andar despacio, no pensar en nada y al llegar mirar la fila de árboles pequeños que hay cerca de la casa sin tejado, meter la mano en el bolsillo y apretar el botón para hacerlo todo grande. Requisito indispensable: estar sola.

UNA CASA CON JARDÍN

Cuando Alicia abre la puerta, nunca sabe lo que va a encontrar.

De un grifo pueden salir huevos de avestruz y del cesto de la
fruta un muñeco de muelles que da saltos por encima de la mesa.

Si está cansada, busca una silla que no existe, pero a cambio,
una lámpara azul la coge en brazos, le canta una nana y la deja
dormida. Cuando despierta, tiene hambre, por eso, baja a una
cocina que cambia de lugar cada vez que pisa las baldosas. Como
nunca llega, viene un plato en forma de camarero y le ofrece, en
una piscina pequeña, zumo de chocolate.

Puede salir al jardín y encontrar un juego de ajedrez. Las fichas
las transportan mariposas. Nunca ve a los jugadores.

O puede mirar en el salón, como una especie de bastón ensaya
pasos de baile hasta que una voz le ordena pararse. Jamás se
vuelve a mover. La misma voz pide silencio y centenares de
cuadros desfilan por un pasillo que cada vez se hace más largo,
más largo ....

Si pulsa un botón naranja, máquinas de escribir suben y bajan
las escaleras, hasta dejarlo todo limpio.

Se prohíben flores de papel, objetos de plástico y bobinas de
hilo .

Se aceptan todos los sonidos y en especial, los zumbidos de las
moscas.

En un rincón huele a hierbabuena y en la habitación de arriba,
un dinosaurio sueña en francés.

Alicia sabe cuando es la hora de salir. Lo más fácil es el camino
hacia la puerta.

Porque llegaba la noche, me tenía que ir. Apretaba el botón para
hacer la casa pequeña y metiéndola de nuevo en el bolsillo, me
acercaba al lugar donde mis amigas jugaban a la comba.

Luz del Olmo

6 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Te veo jugar con tus amigas a la comba, en Velilla. Lleváis trenzas y faldas plisadas o tal vez de florecitas. De pronto tú aprietas el botón mágico ya ya tenéis una casita para jugar.

¡Feliz día del libro!

A ver si la patinadora se da prisa.

Ele Bergón dijo...

Lo de jugar a la comba era en Pardilla, pues cuando yo llegué a Velilla, ya no jugaba a ese tipo de juego. Lo de las trenzas y faldas plisadas eso sí. No recuerdo si te enseñé la piedra donde me sentaba, que es la de la foto, para jugar con mi imaginación, cuando fuiste al pueblo donde nací.

Un beso

Luz

Abejita de la Vega dijo...

Quise decir Pardilla, tanta illa...

besos

Pamisola dijo...

Darle rienda suelta a la imaginación,esa es la magia de los cuentos, que los niños que tan bien entienden.
Muy bonitos tus cuentos, Luz

Abrazos.


Kety dijo...

Luz, este cuento me suena haberlo leído. Pero aunque fuese así, no me canso de leerlo porque es precioso.

Besos

Ele Bergón dijo...

Pamisola, eso mismo pienso yo que los niños no son tontos y que no hay que tratarlos como tales, por eso entienden y mucho

Kety

Este cuento está repetido, lo puse aquí para poner el enlace y como ya sabes que soy un poco o mucho "manta" con el ordenador, pues me salió así y también están los comentarios. Sin embargo, no salen. En fin un día tendré que pararme a organizar todo esto mejor.

Besos a las dos